domingo, febrero 25, 2007

El siglo de las "No Revoluciones"

En 1582, se realizó un gran cambio de proporciones en todo el orbe católico, lo que no es poco decir, dadas las condiciones socio-politicas de aquel tiempo.
El cambio en cuestión fue la reforma Gregoriana, es decir el cambio de calendario.
En el concilio de Nicea del año 325 se instaurarón fechas religiosas móviles, ademas de la Pascua, lo que al pasar de los años y la incorrecion de cálculos del antiguo calendario, es que en el concilio "Contrareformista" de Trento del año 1545 decidio unificar las fechas de dichos eventos religiosos. Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico. Aquel año se perdieron 10 días, al jueves -juliano- 4 de octubre de 1582 le sucede el viernes -gregoriano- 15 de octubre de 1582, cientos de miles, no celebraron sus cumpleaños, sus aniversarios de matrimonio, ni siquiera se celebró el día de la "Raza". Lo anterior fue un "flashback" en este post. Ahora situemonos en Santiago, febrero 2007, Transantiago un cambio que no afecta a la humanidad entera, pero significativo para nuestro país y nuestra gente no acostumbrada a los cambios de magnitudes radicales debe lidiar con la pesada carga de las distancias. Es cierto el plan peca un poco de soberbia al no acercarlo a las masas en su génesis (quizas el mas grande pecado del plan), pero es un "mal" necesario hasta que se meta en el diario vivir de la gente en las cuales me incluyo.
Una pequeña reflexión, si en algunos años más, nuestros cientificos descubren que el actual calendario es incorrecto o las fases de traslación o rotación sufren variaciones,y es necesario hacer un cambio de las magnitudes de 1582, sería tan facil, como que un Papa o un Emperador diga: se hace y punto.
Tengan por seguro que miles de millones se resistirían y demandarían a los que propongan este tipo de cosas. Porque somos una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que dan vueltas sin descanso en torno a sí mismos. Esa igualdad nos da derecho a resistirnos a cualquier reforma o revolución. Definitivamente el siglo XXI no será un siglo de revoluciones, no porque no sean necesarias, sino porque todos nos resistiremos, total el Chancho da Manteca y feliz en el corral repleto de barro.

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